sábado, 20 de junio de 2009

Contenidos en la Web 2.0 (BATA)

Uno de los problemas que se ha planteado en torno a la web 2.0 y su desarrollo es la proliferación de contenidos, y la generación de un espacio donde no se reconocen ciertos privilegios académicos, privilegios necesarios para la evaluación del origen de esos contenidos.

El típico ejemplo es la Wikipedia, pero la realidad es que no hay certeza respecto a la veracidad de cualquier paper al que podría acceder desde internet, máxime cuando quien pública podría ser tranquilamente un estudiante, un experimentado profesor, o simplemente alguien cuya intención es generar contenidos falsos adrede.

La cuestión es la siguiente: ¿la producción indiscriminada de contenidos genera un vapuleo de la información?

Para responder está pregunta habría que centrar nuestro análisis en la publicación en sí, que en realidad es la diferencia y lo que marca el conflicto planteado.

Hace 20 años podría haber escrito un libro sobre cirugía cerebral, pero como no soy médico ninguna editorial lo hubiese publicado, y el manuscrito del libro estaría guardado en el cajón de mi escritorio. Ahora bien, en la actualidad tranquilamente puedo subir ese manuscrito a mi página de internet, o mandarlo por mail a cuanta contacto tenga o consiga en los diferentes sitios de diversas instituciones médicas.

Claramente, hoy la publicación y difusión de contenidos de manera masiva es lo que permite que cualquier opinión o estudio sea difundido de forma indiscriminada. ¿Esto es un problema?

Anteriormente, eran las editoriales, productoras o agencias de regulación de contenido las que decidían que se publicaba o no. Estamos ante una etapa en donde esa posibilidad se ha democratizado, y va a depender de la propia persona elegir que quiere leer, escuchar o ver, y no de lo que le marquen determinadas instituciones o agencias.

Siempre existe el riesgo de que un médico, siguiendo con el ejemplo, utilice mi libro como guía para su próxima operación, produciendo -tal vez- la muerte de su paciente, pero es la elección de ese médico informarse realmente sobre la veracidad del contenido de la información, es decir seguir investigando.

Es una elección personal, profesional y hasta ética asegurarse del contenido de la información a la que se accede, y esto pasa también con el material publicado a través de diferentes editoriales o productoras. ¿Qué certeza tengo yo que el libro de derecho que compré haya sido escrito realmente por un abogado sino no conozco a quien lo escribió? O aún conociéndolo ¿cómo sé que realmente lo escribió él? O peor ¿es correcto lo que escribió en su libro?

Igual que con la web 2.0, queda a criterio de quien accede a ese material investigar sobre la veracidad de la información. El beneficio es que ahora uno cuenta con herramientas que lo hacen mucho más fácil, que lógicamente son herramientas de doble filo, pero herramientas que utilizadas de forma efectiva podrían guiarnos realmente -de una forma más barata, rápida y efectiva- en la búsqueda de diferentes corrientes sobre un mismo tema; algo difícil de lograr en un oligopolio de distribución de contenidos.

La información “falsa” existió y va a existir siempre, creo que uno de los beneficios de la web 2.0 es la democratización de producción y distribución de contenidos, esto garantiza libertades básicas de expresión y desarrollo humano. Como siempre, queda a elección de cada uno investigar más o menos sobre determinados temas, otro más de los riesgos propios de la existencia humana.

miércoles, 10 de junio de 2009

¿Ciudad de la información o cononocimiento?

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